Además de tener un nombre muy hermoso, este dulce tiene un alto contenido nutricional, un delicioso sabor y una historia muy interesante.
Este dulce típico, que ya se consumía en nuestro territorio antes de la llegada de los españoles, está elaborado con amaranto, nueves y semillas. Originalmente, las alegrías se moldeaban en forma de algún dios a manera de ofrenda.
En nuestros días la fabricación de estos dulces se ha ido estandarizando e industrializando, sin embargo en muchas regiones la producción sigue siendo artesanal.
Honor a su nombre
Hay varias teorías sobre cómo surgió el nombre de este dulce. Por un lado, en un reportaje publicado en excelsior.com.mx se cuenta la historia de un Franciscano llamado Fray Martín de Valencia que llegó a Xochimilco con algunos misioneros y un día al estar en un cerro y al intentar prender una fogata, utilizaron varas de amaranto para prenderla y de pronto éstas comenzaron a “tronar” y a volverse a un color blanco. Esto les causó tanta curiosidad y alegría que empezaron a cantar y bailar alrededor de la fogata.
Justamente, el proceso de producción de las alegrías comienza por tostar las semillas, lo que causa que adquieran un color blanco típico del amaranto que conocemos y hay quienes dicen que parece que las semillas brincan de alegría en el proceso de tostado, por lo que muchos atribuyen el nombre a esto.
Además, está comprobado que el contenido protéico del amaranto tiene una acción antidepresiva que estimula nuestro sistema y mejora nuestro estado de ánimo.
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Con información de: Fuente1